miércoles, 28 de noviembre de 2012

Luna llena



Luna llena y yo en pijama.
Me he descalzado las botas de invierno,
me he quitado lo que apretaba
y te estaba esperando, luna,
esperándote de hace semanas.

Quiero mirarme en tu espejo,
dormir en tu blanca almohada,
y que me duermas despacito,
y que me cantes una nana.

Esa luna, redonda y grande,
ya has llegado y yo, yo en pijama.
Con los calcetines puestos,
y la bata y la leche y la tostada...
aich! mi luna que tanto tardas!

Me asomo a ese mi patio patio 
y alegrar con tu mirar mi mirada,
para sentir tu dulce rayo blanco,
para soñar con tu luz, taimada.
lich Luna! luna que tanto tardas!

Inma Castrejón, la bruja de chocolate...


domingo, 18 de noviembre de 2012

A Miliky



Hay personas que nunca mueren. Y es que mi vida nunca hubiera sido la misma sin el.
Mi infancia, mis canciones, mis risas, mis recuerdos y esa forma en la que nos tenía a todos pegados a una televisión que aún no sabía de colores, pero que nosotros veíamos en tecnicolor.
Yo pensaba a mis tiernos 5 años que Miliky tenía la nariz redonda de verdad y que, aunque la tecnología no nos dejara ver la tonalidad, no podría ser de otro color mas que roja como un tomate.
Mi hermana María y yo nos sabíamos todas las bobadas que esos cuatro payasos hacían y aún así siempre nos mondábamos de la risa viendo como intentaban descubrir donde estaba la silla que tenía pegada Fofito en el culo.
A la pregunta:
¿¿¿¿Como estan ustedes????
Gritábamos siempre un:
 ¡¡BIEN!! muy muy alto.
Yes que no se podía estar mas que bien, no era posible otra respuesta.
Hoy se me ha ido un trozo de mi vida, de esa niña que saltaba en la cama cantando "Hola don Pepito", que se confundía al llamar a la gallina "Turuleka" porque puso mas de 1,2,3,4,5 y así hasta 10 huevos enormes y blancos como la leche.
Yo quise ser Susanita, para tener ese ratón que jugaba al ajedrez y dormía con la almohada en los pies....
Hoy no puedo sujetar las lágrimas, porque tu nos has dejado con las ganas de seguir siendo niños eternamente.

Buen viaje Miliky

Inma Castrejón, la bruja de chocolate

sábado, 17 de noviembre de 2012

ILUSIÓN



Quisiera que todo el mundo recuperara la ilusión. Esa medicina que nos hace creer que lo deseos se cumplen, que todo es posible, que la sonrisa todo lo puede.

Quisiera que un ángel te rozara con sus alas acariciándote la mejilla, que tus lágrimas fueran de risa, que la alegría se quedara en tu corazón.

Quisiera que nunca mas llueva en el alma, que las penas se  marchen por el husillo, que el aire se llenara de aroma a rosas recién cortadas anunciando tu presencia...

Quisiera que volviéramos a sentir la vida de la niñez, ese tiempo en el que todo nos sorprendía, todo era nuevo, divertido...

Quisiera que vieras que no es tarde, que el tiempo es poco pero aún nos queda, quisiera que no dejaras que las agujas del reloj pasen sin ti....

Quisiera enseñarte que la ilusión aún existe.

Inma Castrejón, la bruja de chocolate


viernes, 16 de noviembre de 2012

CUENTO DE LA ALMADRABA



Aquella noche mi madre sacó las fotos de cuando era pequeña, entre el vaso de leche tibia y unas galletas se sucedían los antiguos retratos de una niñez en la que mi padre sobresalía entre las demás figuras en sepia.

Una vez en la cama me costó coger el sueño. Los recuerdos se agolpaban en mi cabeza como peces queriendo escapar de las redes de la memoria.

Me pareció estar viendo a mi padre subir por las estrechas escaleritas que daban justo al lado de mi cama, como una sombra grande y oscura que abrigaba mi descanso.

Yo siempre me hacía la dormida cuando lo sentía subir al cuarto. Acudía cada noche a arroparme y a pintarme un beso en la frente, confirmando que todo estaba bien.

Añoro sus cuentos de marinero, de buzo de la almadraba, historias que no he vuelto a oír en boca de nadie.

Frecuentemente lo tachaba de embustero, arrugando mi boquita de piñón y haciéndole pucheros, pero el insistía en que aquellos relatos eran absolutamente ciertos.

Una noche me refirió una historia que me dejó desvelada casi una semana.

Llegó de la taberna del puerto con ese intenso olor a pescado y a vino y después de saludar a mi madre subió a averiguar si me había quedado dormida.

-Eli, ¿estas dormidita?

Y yo remoloneaba entre las mantas para que el insistiera, me hiciera cosquillas en los costados para hacerme reír y así pillarme en mi teatrillo de cada noche.

-Te he traído una historia que quiero contarte. ¿Sabes lo que me ha pasado hoy mi niña?
-¡Hola papi! (Y le di un achuchón lo mas fuerte que podían mis bracitos de niña pequeña) ¡Cuéntame! ¿que has visto hoy?
-Hoy estaba en la almadraba, trabajando como todos los días en el fondo del mar, arrimando a los atunes al copo, ¿tu sabes lo que es el copo Eli?

Yo, que ignoraba que significaban muchas palabras, aprovechaba cualquier excusa para que me las explicara mi padre.

-No papa, ¿que es el copo?
- Pues el es una red gigantesca, grande cómo …a ver, mas grande que un campo de fútbol  hecha de cables fuertes, porque los atunes son animales muy grandes y fuertes, y las redes normales las pueden romper.

Pues como te estaba contando, las redes están puestas en vertical, ósea, de arriba para abajo, o al revés. Abajo la agarran con anclas y plomos, para que queden sujetas en el fondo del mar y no se muevan con las corrientes y arriba flotan con bollas, te acuerdas de esas bolas rojas que se ven en fila encima del agua a lo lejos? Pues eso son bollas.

Yo miraba a mi padre con la boquita de “O” y los ojos encendidos como lamparitas en medio de la noche, mientras me relataba aquel cuento yo me agarraba con fuerza a su camisa, para creerme que era verdad que estaba a mi vera.

Imaginaba la mar señalada por un camino de pelotas rojas que escondían redes hasta el centro de la tierra, mi padre caminando por la arena del fondo sin ningún tipo de tropiezo y miles de atunes gigantescos pasándoles por encima.

- Allí, en lo profundo, papa cuida de que los atunes no se queden atascados en las redes. Miles y miles de atunes plateados, de color plomizo o azul, según les de la luz, pasan rozándome, vapuleándome el agua como si fuera de gelatina, yo en el medio, formando parte de todo, como un pez mas… algún día te traeré una foto Eli.

Además de atunes hay mas peces se meten en la trampa. Hay sardinas y caballas y bonitos, incluso a veces, algunas veces se cuelan delfines.

Hoy en particular, un delfín se me quedó enganchado en un agujerito de la red., ¡pobrecito!
Fui a toda prisa a rescatarlo, porque si no lo hacía podría ahogarse rápidamente y es que los delfines son mamíferos, tu lo sabías verdad Eli?

- ¿si?, ¿Como los perros y las terneras?
- Si Eli, como los perros y las terneras y como las ballenas también.
- ¿Las ballenas son también como las terneras? Y como dan la teta?

Papa se reía con mis ocurrencias infantiles, pero nunca perdía la paciencia cuando se trataba de contarme una historia increíble.

-A ver, ¿por donde íbamos? ¡Ah ya me acuerdo! Por los delfines
-¡Si, si eso papa, sigue sigue, cuéntame! ¿como es un delfín?
-Espera preciosa, déjame terminar y luego te lo dibujo.
Pues vi al delfín, gemía incapaz de liberarse solo. Mas tarde supe que era una delfina, una delfina que lloraba.
-Papi ¿y porque estaba llorando? Por que… ¿los delfines lloran?
-Los delfines son unos bichos muy sensibles, son casi como nosotros, se quejan cuando les duele algo y lo que es mas sorprendente, lloran si pierden a alguno de los suyos, se ríen cuando están contentos y son capaces de quererte. Pero no me entretengas que me pierdo. Sigo.

Pues la delfina lloraba porque estaba preñada y a punto de parir, la pobre no podía soltarse de la red.

Yo, que se de lo que hablo, sabía que si no subía pronto a respirar moriría asfixiada y con ella, su pequeña cría.

Así que ni corto ni perezoso, sin perder ni un solo segundo, rodeado de atunes de tres metros por todos los lados, luchando contra la corriente que formaban al pasar, corrí a rescatarla. Saqué mi pequeña navaja, esa que siempre llevo encima para limpiar sardinas, ¿te acuerdas?, y me dispuse a liberar al precioso animal.

El acero del interior de la cuerda se resistía, yo luchaba a contra tiempo, acariciando el lomo del cetáceo y así mantenerlo en calma. La delfina me miraba con el ojo derecho, creí ver sus lágrimas de dolor contenido, incluso la expresión de sufrimiento en su rostro de terciopelo.

Logré liberarla tras unos segundos de angustia y subió a la superficie a tomar aire todo lo rápido que pudo, sin dejar de lamentarse por las contracciones del parto y luego regresó a donde yo estaba, se situó justo encima de mi, de manera que yo estaba viendo la cola del pequeño delfín!

Se giraba para mirarme como una persona pidiendo ayuda, yo al principio no entendí que quería, pero a los pocos segundos supe que necesitaba que le asistiera.

Me quité los guantes para no hacerle daño, metí mis manos en el interior de ella para agarrar con cuidado a la cría, notaba como se contraía por dentro y ella gemía como una mujer, empujaba y empujaba, agotada por el esfuerzo paraba un momento y seguía intentándolo.

De repente, después de un grito estremecedor, una marea de sangre viscosa salió de su interior, expulsó a su paso a la pequeña criatura atada aún a ella por el cordón umbilical.

Me dejó arrullarlo mientras cortaba con sus dientes el lazo que los unía. Como si fuera niño chico que llora cuando viene al mundo, silbó dócilmente. Su piel resbalaba por mis manos, se estremecía al acariciarlo, es lo mas suave que he podido tocar en toda mi vida, mas aún que tu bonita carita de ángel Eli.

Corriendo subió con el pequeño a que tomara su primera bocanada de aire, se me representaba que los dos, vistos desde abajo, sendos torpedos disparados de un sumergible, idénticos, pero de distinto tamaño. El sol se colaba por las cortinas del agua llenando de estrellas de color turquesa sus dorsos.

Bajaron jugueteando, en espiral, en picado, oía sus risas y se quedaron a mi lado largo rato.

Eli, cuando salí del agua no podía creer lo que pasó, se lo conté al capitán que me vio llegar sin poder disimular la emoción y me eché a llorar como cuando tu naciste.

Se quedó callado unos segundos, llorando por la emoción, yo lo miraba con los ojos redondos, con la convicción de que lo que me contaba era absolutamente cierto y entonces agarró un trozo de papel de mi cuaderno de cuadritos y un lápiz. y me dibujó como pudo un delfín pequeño y uno grande y un buzo debajo que se suponía era el.

Yo me quedé sin palabras, no podía dejar de imaginar a ese pequeño entre las manos acartonadas y negras de mi padre, las mismas manos que me rozaban el rostro antes de ir a dormir, las mismas que traían los pescados de medio metro para meterlos en la olla, las mismas que me dibujaban delfines y hombres rana, las mismas que se marcharon una mañana para no volver jamás.

Me pidió que guardara aquel dibujo para que nunca se me olvidara la bella historia y aún lo conservo en el cajón de mi mesita de noche.

Y hay veces que, en le duermevela, cuando no estoy ni despierta ni dormida, del cajón de mi mesita se oyen los gemidos de los delfines jugando en el fondo del mar, mientras mi padre les acaricia el lomo y les hace pedorretas en la barriga.

FIN

Inma Castrejón (la Bruja de Chocolate)


jueves, 8 de noviembre de 2012

A mi amigo




Te busqué...

Los rincones de ti vacíos,

te busqué amigo mío.

Rasqué los desconchones de las fachadas,

miré a través de las ventanas, descarada,

y me colé en los portales,

y me salté a los corrales,

y los geranios miraban,

pero tu... pero tu nunca estabas.

Echando de menos tus oídos,

tus brazos abiertos, tu abrigo...

¡Te busque amigo mío!


Inma Castrejón , La bruja de chocolate.

martes, 6 de noviembre de 2012

En el fondo del mar




Erase que se era un niño.

Uno pequeño como un guisante y delgado como un alfiler.

Un día jugando en la playa vio al final del horizonte, justo donde termina el mar, donde se junta con el cielo y nace el color malva, vio una raya de lápiz pintada sobre un cuaderno de cuadritos.

Lo observó tanto tiempo, que sólo pasó  un minuto.
Pensó :"si pudiera llegar a el....si yo lo atrapara con mi red de pescar camarones..."

Y del patio de su casa pilló una pequeña piscina hinchable y una sábana blanca cuna, que colgaba del tendedero. De la cocina se llevó una escoba, y de la despensa un montón de galletas para el camino. Corrió muy muy rápido a su dormitorio, no quería irse sin su viejo oso de peluche, el pequeño Billy, ese que lo acompañó en cada sueño desde que tan solo era un bebé.Con este equipaje y unos manguitos, se fabricó un barco de plástico, la escoba fue el mástil, la sábana la vela y el pequeño y viejo Billy el timonel.

Arrastró la piscina por la orilla, soltó trapo y con la manos remó y remó dándole órdenes al estropeado oso de tela.
En medio de las olas rompientes tragó agua, mucha, más de la que había tragado nunca, mas de la que le cabía en la barriga. Pasado el primer susto, y agarrando la bolsa de galletas con fuerza, (eran sus únicas provisiones), y a su oso por un oreja, se vio rodeado de azul.
Al fondo del paisaje, allí , en el horizonte mismo, allí estaba su raya de lápiz dibujada, borrosa, como a punto de desaparecer y se apresuró para no perderla, para llegar al borde de su cuaderno de cuadritos. Nunca llegaba, su oso se volvía bancuzco por el salitre, su manguitos se pincharon enseguida, la barquita de goma se arrugó, y a la sábana de cuna, blanca e inmaculada, se la comieron las gaviotas.
La diminuta embarcación, en medio del todo y de la nada, hacía aguas por todos lados. Como una pasita en una olla de sopa, y se fue hundiendo y hundiendo hasta desaparecer de la superficie.

Mimo, que así se llamaba el niño, se llenó la boca de aire y se tapó la nariz con una mano, con la otra agarraba su empapado oso de trapo y se dispuso a aguantar el oxígeno todo lo que pudo.
Sintió como caminaba por la arena del fondo y con la boca muy muy cerrada, para no ahogarse, los carrillos muy hinchados y los ojos en forma de O,se le acercó un pequeño berberecho que le dijo chasqueando su concha:

"-Mimo!.....este mar es mágico, suéltate  la nariz, podrás respirar sin problema....."

El chico no quiso creerlo. Su padre le contó que era peligroso respirar bajo el agua y el era un niño obediente (aveces). Pero cuando ya no pudo más soltó el poco aire que le quedaba y ¡magia!, no pasó nada....

Definitivamente su padre estaba equivocado, ¡se podía respirar bajo el mar! Pero la sorpresa fue mayúscula cuando, ¡jop!, se le encogieron los bracitos. Las manos, las manos se volvieron aletas, y sus patitas de alfiler se unieron en una sola, y se retorcieron en forma de caracol. La nariz se le alargó como una trompeta y el pelo se le puso tieso como cresta  y de colores, ¡hasta le salieron dos antenas! y su piel se pintó de coral...¡Era un caballito de mar!!

Cabalgaba sin problema por todo el fondo, respiraba y soltaba pompas grandotas, con ritmo y luego las explotaba con su trompa, o jugaba a la pelota con ellas, y se las pasaba al inmóvil berberecho que se reía batiendo sus valvas riendo a carcajadas...
Preguntó a unos peces payaso si habían visto la raya de lápiz azul aguamarina, y se indicaron casi muertos de la risa.
Llegó a una fosa profunda, donde las medusas bailaban al ritmo de música disco, con las luces fluorescentes de sus melenas a lo rastafari. Una de ellas agarró a Mimo y lo subió al columpio que guardaba entre sus tentáculos venenosos con mucho cuidado de no dañarlo. Lo pasearon por las mas profundas profundidades del mar profundo, donde el agua es de gelatina fría, y la corriente le masajeaba todo el cuerpo. Las luces fluorescentes la gentil medusa, le dejaban ver pequeños bancos de calamares que se les quedaban mirando a su paso y escupían una tinta negra como el propio mar. Todo un paseo en una montaña rusa, hacia arriba y bajando bruscamente. Mimo sonreía siempre, porque se sentía feliz y tenía cosquillas en uno de sus tres estómagos.Finalizado el trayecto la medusa lo depositó en una zona rocosa, moviendo todas sus patas , se despidió de el.

Entre las piedras mojadas un ejército de cangrejos, rojos y fieros, con sus pinzas amenazantes y sus ojos saltones. Afilaban su armamento mientras se acercaban todos a la vez, de lado, sigilosos, dando tres pasitos adelante y dos atrás y así, hasta que llegaron cerquita Mimo.
El mayor de tamaño, que seguramente sería el jefe, le dijo con acento caribeño:

-Questá buçando mijho!!

Mimo, retraído, asustado, con miedo...(hasta ese momento, no había tenido miedo, y le habían pasado muchas cosas)

-¡Señor, sólo buscaba el color malva!. ¿No sabría donde lo puedo encontrar?

Y el fiero crustaceo, se giró, con la intención de convocar una reunión de urgencia, y todos ellos se pusieron en coro, dejando a Mimo boquiabierto.

-Sr. Mimo, usté eçtá jhusto enflente del coló que buçca.....Allí, en la olilla, o e´que está siego?
Y allí estaba, en la propia orilla, rompiendo con las olas, entre el turquesa y la espuma blanca.

Y se fue nadando, moviendo sus aletitas, deprisa deprisa, y se quedó varado en la arena.
Y se le encogió la trompita, y las aletas se le volvieron brazos y en las manos y pies le surgieron dedos y la cresta de punki se le hizo pelo, y su cuerpo se transformó en cuerpo de niño, con patotas de palillo y pequeño como un guisante.......

Y colorín colorado, esta historia, de medusas, de cangrejos, animales nadadores y cuadernos de cuadritos........se ha terminado.

Inma Castrejón, la bruja de chocolate




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sábado, 3 de noviembre de 2012

Palabras bailarinas

Las palabras están hechas

de aire, de tinta y de alma.

Si, es esa esencia de cada 

pensamiento, cada intención,

están vivas y bailan al son de 

cada susurro....


Todo lo que decimos, escribimos, cantamos e incluso las 

palabras que se quedan dormidas por las noches, las 

palabras soñadas, pues incluso esas durmientes no cae en 

saco roto, cada letra tiene un hueco en el alma de alguien.

Yo tuve mucho tiempo palabras con zapatitos de tacón, 

bailaban encima del papel emborronándolo todo, tanto que 

a veces decían una frase y al cabo de un minuto la 

contraria.

En aquella época yo escribía cuentos de globos aerostáticos 

y submarinos de color rosa, pero las letras una por una 

empezaron a revelarse por no se que misterioso motivo.

Aprendieron a hablar en idiomas extraños que ningún 

diccionario del planeta tierra había recogido, es mas, creo 

que en todo el universo hay registro escrito o hablado de tal 

lenguaje.

En ocasiones eran mal habladas y se amontonaban para 

formar expresiones soeces y sin sentido

"¡cuchipandino mandolín medio esquivonato de 

pichupondo!"

o

"¡amiburrido conbanionte de montunero chalomento!"


Era horroroso tener que ponerlas en fila una vez y la 

siguiente. Ellas parecían reírse de continuo conforme mi 

ceño se fruncía razonadamente.

Una mañana tras consultar durante toda la noche con mis 

tres almohadas decidí tener una seria charla con aquellas 

revolucionarias desobedientes.

Mandé firme con seriedad militar y toque de corneta 

haciendo con mis manos el efecto del instrumento.


-"he decidido que vamos a tener unas leyes irrefutables. A 

partir de hoy todas os ordenaréis de mayor a menor en 

formación de a tres.

Esta ordenanza comenzará a entrar en función en cuanto 

mande romper filas"


Así pude ir colocándoles un orden de la A a la Z y pude 

comenzar a escribir mi primer deseo legible.


Mi deseo:

Hoy he decidido cual es mi sueño en la vida...

si, definitivamente lo tengo pensado:

.....ummmmmmm, quiero

quiero, quiero tener un barco, uno grande que nade a vapor,

quiero llenarlo de globos, de globos y de caramelos,

quiero que salga volando, para viajar a la luna y hacerle cosquillas al sol....

ummmmm....y quiero, quiero...

quiero vivir siempre enamorada, y que te quedes conmigo, y tambien quiero,

quiero tener una pantera,

una de color rosa, que camine bailando y me haga reir...

quiero que nunca me dejes, que me beses sin prisas antes de ir a dormir....

MUY BUENAS NOCHES!!!


Inma Castrejón, (la bruja de chocolate)




jueves, 1 de noviembre de 2012

Rojo


Rojo...
atravesando la irrespirable atmósfera,
cargada de energía tóxica,
densidad translúcida,
rojo...
visceral y profundo,
de rosa ensangrentada,
nebuloso, ebriagador,
rojo...
este anochecer nublado,
intenso y entristecido,
se apaga el día lento de olvido,
rojo...
puestas de sol perdidas
rojo intenso,
la noche apagará el día...

(Echando de menos el paraíso)

Inma Castrejón, la bruja de chocolate

La pequeña mesita




Erase  una mesita de noche.
Pequeña y de puntillas para no despertarme, para no desvelar mi descanso.
Crujía despacito en la oscuridad, retorciendo  mínimamente sus listones para adoptar una postura más cómoda.
Sabía de mis fantasías, dormía a mi lado.
Me observaba, adivinaba mis sueños.
Cada leve movimiento sobre la almohada era una señal que guardaba en su minúsculo cajón, bajo llave, en secreto.
El tic-tac del reloj que esperaba el alba en su lomo, latía al ritmo de su corazón de caoba.
Llevaba tantas noches en el mismo sitio, que sus patitas hicieron hueco en el viejo suelo de mármol.
En la fría habitación, apenas alumbrada por un rayito de luna, el suave vientecillo de la noche se colaba por las rendijas de su único cajoncillo.
Cuidaba de mí, vigilaba mis ojos cerrados, acariciaba mi ropa interior y mis cartas empaquetadas con un fino lazo rojo.
Mi mesita, mi cajón de secretos, mi pequeño mueble de puntillas, de caoba, de piel, de noche, de sabia latiendo al ritmo del tic-tac de su corazón de tiempo.
Viajaba conmigo, el único objeto realmente mío.
De mi casa,  la princesa de los muebles, de mi vida el arcón de mis sueños…..

Inma Castrejón, la bruja de chocolate

COMO MATAR A UNA CUCARACHA


Hoy os dejo todo un clásico de terror de mi cosecha. Disfrutadlo!

COMO MATAR A UNA CUCARACHA

Siempre me pareció mentira la facilidad que tienen algunos animales para producir en el ser humano las sensaciones….cuando menos desagradables.
Como todos los años, en septiembre, justo cuando acaba el verano, los insectos buscan desesperadamente los rincones más cálidos y oscuros de las casas.
Este año no fue menos. Yo siempre había contado con un regimiento de valientes vecinos y familiares directos, dispuestos a entrar en batalla contra bichos que, independientemente de su insignificante tamaño, aterrorizaban más que el mismísimo conde Drácula.
Era de noche, la casa estaba a oscuras y yo, dormida aún, me levanté de la cama con una prisa inusual de hacer uso del retrete.
Maldita sopa, y maldito el vaso de agua de antes de dormir!
No soy persona de desvelarme a media noche, ni de dar paseos al wc si no es extremadamente urgente, y, en esta ocasión, se dieron las circunstancias  adecuadas para montar la fatalidad.
Palpando las paredes para guiarme por aquel oscuro pasillo, de puntillas para no despertar a nadie, con los ojillos pegados…
Tropiezo con el quicio de la puerta y , con un “huyyyy!!” contenido, decido encender la luz del baño.
Justo al atravesar la puerta, esperándome, acechando, moviendo sus peludas antenas, oscilando sus alas, frotándolas para izar el vuelo en cualquier momento….allí estaba.
Se olía el peligro, mi cuerpo se contrajo entero, humano-versus insecto. En ese instante hubiera preferido, que en lugar de una cucaracha, hubiera entrado un ladrón en mi casa.
Cerré la puerta sin pensar en el estruendo. Medio llorando de pavor, el vello de punta.
Miré en la cocina. ¿Dónde está? Lo dejé aquí, bajo el fregadero…. No, no podía ser verdad, el otro día dejé a mi vecina el bote de insecticida, maldita sea!
Las 4 de la madrugada, no son horas de despertar a nadie, y menos por un intruso de 5 centímetros.
Que hacer, sola, en peligro y con la vejiga a reventar.
Mi despertador sonaría en dos horas, sería incapaz de volver a dormir en ese estado, decidí enfrentarme a la situación, me metí en unos vaqueros y me eché una camiseta encima. Salí a la calle, dejando a mi invitada a cargo de la casa.
Esperé un rato en el coche, con la esperanza de que el “problema” desapareciera. Incauta.
Que hacer, de madrugada, sin armas, todo cerrado y a punto de reventar, me hacía pis desde hacía media hora.
Decido entrar en casa, acabar con ella. Le echaría valor:
-La voy a matar de un escobazo! Se va a enterar de lo que vale un peine!
Meto mi mano en el bolsillo, las llaves del portal….dios!!.....Me había dejado las llaves dentro.
Esto se estaba convirtiendo en una pesadilla.
Expulsada de mi casa por una asquerosa cucaracha…. Esto me iba a costar un riñón!
Ahora como entro?
Llamar a un cerrajero, a las cuatro y media de la madrugada, de urgencia, por la noche, la factura subiría  a más de 100 euros, y estamos a fin de mes….
Me dije: -Voy a colarme por la ventana!… Al fin y al cavo vivo en una entreplanta.
Me dispuse a hacer de Spiderman por la fachada del edificio.
De repente, cuando apenas conseguí levantarme apenas medio metro, se encendió la luz de la cocina del vecino de enfrente. Permanecí agazapada en la pared, con una pierna apoyada en la tubería del gas y la otra, más arriba en el poyete de la ventana. Las manos agarradas en los pequeños huecos que dejaban las uniones de los ladrillos, me quedaba sin uñas.
Mi vecino, un poco antipático, por cierto, asomó su cabezón por la ventana, estaba hablando por teléfono mientras trataba de ocultarse tras la cortina.
Ahora si que estaba metida en un lío.
Qué hacer? .Desde su casa debía parecer un ladrón torpe y descarado.
Me imaginaba a la estúpida cucaracha panza arriba, partiéndose de risa, dando carreras por los pasillos de ni piso, abriendo la nevera, bailando, con la radio a todo volumen… Mientras yo cumplía una larga condena por intentar robar en mi propia casa. Se iba a enterar cuando la pillara…
Se escuchaban sirenas a lo lejos. Ostras, la policía!
Di con mis huesos en la acera, casi me rompo el cukis, y yo, que ya no podía más, sentí como mis aguas menores descendían por el pantalón manchado de barro.
Ahora sí que parecía una indigente!
En este estado, pensé que nadie creería mi versión, y decidí esconderme detrás de la esquina del edificio.
Yo, agazapada en un pequeñísimo callejón, como si hubiera atracado un banco, sucia y muerta de frío, me había refugiado en unos cartones.
Dos patrullas  aparcaron velozmente encima de la acera. Cuatro policías con linternas, porras, pistolas, grilletes y todos sus avíos, inspeccionaban el terreno.
Mi simpático vecino, en pijama, desde el portal les indicaba el lugar donde yo me escondía.
Un agente lo apartó y le impuso volver a su domicilio.
-Métase en su casa, puede ser peligroso!
Peligroso?....Si supieran donde está el peligro no vendrían con pistolas, vendrían con trampas para insectos!
-Tierra trágame! Vienen hacia mí!
Les explicaría que….una…. No, no se lo creería nadie!
Apuntándome, deslumbrándome con potentes linternas. Mientras, yo, agachada en el suelo, meada, sucia de barro, con los pelos revueltos, mi mala cara, asomaba los ojos por encima del cartón en el que me escondía…de película.
-Alto!!, Ponga las manos en la cabeza! Ahora!!
En fin, lo que es una detención en toda regla, con cacheo y todo. Como iba a explicar quién era y lo que había pasado?
-Sr. Agente, déjeme que le explique, yo, yo soy, yo vivo en este piso!
Les conté como pude, entre sollozos mi increíble historia. Mientras aguantaban las risas y localizaban a algún vecino que pudiera reconocerme, y eso que en ese momento no me reconocería ni mi propia madre.
Quedaba un problema por resolver…la puerta.
Uno de los amables agentes decidió  llamar a los bomberos.
Por si hubiera sido poco escándalo el que ya se había montado!.
Yo maldecía a la sopa de la cena, al vaso de agua, a mi vecina que no me devolvió el mata cucarachas, a la cucaracha, al vecino y a la difunta familia de este.
Estaba resignada, sabía que esta historia sería el motivo de mofa del vecindario, más duradero de los últimos años. Notaba miles de ojos observando desde las ventanas, murmullos cuchicheando, esto parecía surrealista.
Así que, al fin, llegaron los que faltaban, ocho fornidos bomberos. Montados en un camión gigantesco. Haciendo un ruido infernal con sus sirenas.
Todo el bloque salió a la calle, y yo, hecha una piltrafa, rodeada de policías y bomberos, nueva en el barrio, valla debut!!!
Les llevé a mi puerta.
Ellos, instruidos en el salvamento de indefensos ciudadanos, delante de la puerta cerrada a cal y canto, con el enemigo al otro lado…
-Apártese, señora!
Señora?
Bueno, lo mejor que se les pasa por la cabecita de serrín, un hacha!!!
Yo gritaba como una loca, no, no no no no!!!.
Si, si, si….
Me destrozaron la puerta!
Les insulté hasta en latín e incluso le hubiera dado un buen bofetón, si no fuera porque, aplastada por un trozo de madera, yacía la maldita cucaracha.
Se hubiera merecido mejor entierro, pero mi rabia pudo mas, la pisoteé tantas veces que se desintegró por completo.
Valorando al final de mi aventura por cuanto me había salido la broma,  unos 1000€ de la puerta de seguridad, un intento de detención policial, la vergüenza que tendría que pasar durante meses con mis vecinos, la bronca de mi jefe por llegar tarde al trabajo, y una noche sin dormir, creo que no volveré a desvelarme a media noche.
Hoy en día, las cucarachas no me dan asco, simplemente las  odio. Tengo mi casa fumigada y he colgado una página en internet con trucos para asesinar insectos.
Una última cosita, nunca te dejes las llaves dentro de casa, pero si algún día te ocurriera……LLAMA AL CERRAJERO!!!!!!!!!!!

Inma Castrejón, La Bruja de Chocolate